Vida del Rufián DON PABLOS

El Rufián que interpreta Jacobo Dicenta, es el pícaro español, adornado de las virtudes y defectos de los que quieren ver cuanto antes solucionada su existencia, para lo que recurren a todo tipo de argucias con el fin de obtener dinero o prestigio.

Hemos seleccionado pasajes de la novela “El Buscón” de Francisco de Quevedo y de algunas obras picarescas del s.XVII. Unos y otros definen al personaje a través de sus aventuras.

Además, hemos procurado que exista una línea argumental que recorra el texto en un tiempo necesariamente corto, tal como exige la representación dramática.

COMENTARIO A “VIDA DEL RUFIÁN DON PABLOS”

La versión teatral del Rufián Don Pablos se basa en los abundantes textos en verso y prosa que escribió Quevedo. Pretende ser un acercamiento a la realidad de la España, moderna sirviéndonos de la antigua, tan poco han cambiado. Una realidad siempre deformada que tantos creadores han interpretado. No es posible intentar comprender nuestro presente sin conocer de dónde venimos, no solamente desde un punto de vista histórico, sino también estético y artístico.

Hemos escogido como protagonista de nuestra creación dramática a don Pablos, entresacado de El Buscón de Quevedo, como paradigma de otros pícaros que abundan en la narrativa del siglo XVII. Este don Pablosquiere ser el heredero de esa forma tragicómica de expresar nuestros sentimientos. Una forma grotesca que nos emparenta por la vía expresiva con las pinturas negras de Goya y con los esperpentos de Valle Inclán.

…”El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética deformada…” dice Max Estrella, personaje principal de Luces de Bohemia.

Esa visión, distanciada por personajes casi reales, aporta grandes dosis de realismo sin la posibilidad de contagiarnos sus emociones. Caricatura de los personajes de una historia que ante la posibilidad cierta de despertar la risa se deforman para crear la ilusión de que sólo son muñecos de reparto en una función de marionetas.

Nuestro rufián es un personaje que intenta salir de su pobreza y de su aislamiento social. Como tantos otros a lo largo de la Historia de España quiere parecerse a aquéllos para los que la vida es más fácil. No lo consigue, pero intenta servirse de los signos de distinción y riqueza a los que aspira, consiguiendo resultados realmente grotescos:

“…todo le puede faltar a un caballero, menos el cuello almidonado. Primero porque da elegancia a la persona y después de haberlo vuelto de una parte a otra, es de sustento, porque se cena el hombre el almidón chupándolo con destreza…”

Pero no echaremos el telón sin una enseñanza o quizá esperanza, como corresponde a la condición de una representación clásica:

“Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar, y no de vida y costumbres.”

DANIEL PÉREZ